Soy una fiel defensora del Método Pilates, de sus principios y de su filosofía. Día a día, en mis clases, me reafirmo en ello al ver el impacto positivo en mis alumnos: cómo mejoran su fuerza, cómo disminuyen sus molestias y cómo generan confianza en sus movimientos diarios. No es una ilusión de mi parte; les pregunto, les escucho, y ellos me responden con resultados favorables.
Sin embargo, y quizás esto que voy a decir puede crear confusión, no me considero purista en la aplicación de este método. Como instructores de Pilates, para seguir siendo verdaderamente efectivos en nuestra misión de ayudar en la recuperación física de las personas, no creo que seguir ciegamente las enseñanzas de Joseph Pilates sea lo más acertado. Adaptarlas y mejorarlas en base a los avances que hemos logrado en el ámbito de la salud y el ejercicio físico es, para mí, la opción idónea, y es para lo que me preparo día a día.
Pilates Clásico, el auténtico Pilates, Pilates de verdad… Son expresiones que leo y escucho con frecuencia. Pero, la cuestión es: ¿realmente defender de manera tan purista un sistema del siglo pasado es lo más adecuado para alguien que llega a clase por primera vez, con dolor lumbar y sin experiencia previa en ejercicio?
Creo firmemente que, ya en pleno siglo XXI, debemos ser capaces de adaptar los ejercicios al público que tenemos frente a nosotros. No tiene sentido que alguien, por ejemplo, una señora que ha tenido varios hijos, esté haciendo el ejercicio The Hundred (primer ejercicio propuesto en la serie de Pilates Clásico) con las piernas estiradas en el aire. No hay funcionalidad detrás de eso, lo que podría ser un ejercicio beneficioso se convierte en una posible fuente de lesión.
Cuidado, no digo que haya de suprimirse, yo misma lo propongo en mis clases, aunque depende de para quién y para qué, lo adapto de una forma u otra, sencillamente porque en muchas ocasiones, el abuso de este tipo de ejercicios es absurdo. Hay personas que simplemente levantar las piernas flexionadas mientras están tumbadas ya les supone un gran esfuerzo. Y esto puede deberse a muchos motivos, desde una patología lumbar que inhibe la activación abdominal debido al dolor o sencillamente una falta de fuerza.
Se trata de aplicar el sentido común, quién tengo delante y qué necesita esta persona hoy.
Es cierto que Joseph Pilates entrenaba a bailarines, y probablemente les hiciera estirar las piernas a ras del suelo porque tenían la capacidad física para hacerlo. Sin embargo, también creo que Pilates tenía el sentido común para adaptar sus ejercicios a las personas que no eran bailarines.
Además, tenemos que tener en cuenta que hoy en día la gente es mucho más sedentaria que en la época de Joseph Pilates. En la década de 1930-1940, la vida cotidiana era mucho más activa. Las personas caminaban más, subían y bajaban escaleras, cargaban con pesos y realizaban trabajos manuales que requerían un esfuerzo físico considerable. Hoy en día, la tecnología ha cambiado radicalmente nuestro estilo de vida. Dependemos de automóviles, electrodomésticos automatizados y dispositivos electrónicos, lo que fomenta un estilo de vida más sedentario.
Estas diferencias en el estilo de vida son cruciales a la hora de adaptar el Método Pilates. No podemos pretender que las personas de hoy en día tengan la misma capacidad física que aquellas que vivieron en la época de Joseph Pilates. Adaptar los ejercicios a la realidad actual es esencial para asegurar que nuestros alumnos se beneficien al máximo de cada sesión.
Desgraciadamente, lo que se ve hoy en día en las redes sociales son posturas y ejercicios que, a mi juicio, son más un show que una verdadera práctica de Pilates. Entrenadores que llegan a las redes sociales con la mentalidad de «tengo que destacar», es muy peligroso para nuestro sector.
Si te dedicas a cocinar y haces una receta extraña, lo peor que puede pasar es que a alguien no le guste. Pero en nuestro sector, estamos lidiando con la salud de las personas. No podemos permitirnos ser imprudentes.
Existe una imagen histórica de Joseph Pilates en su prestigioso estudio de Nueva York, en la que se le ve subido encima del abdomen de la bailarina y clienta suya, Martha Graham, mientras ella hacía el ejercicio del Hundred. Pues bien, uno de estos entrenadores, o influencer o, la verdad, no tengo ni idea de lo que es, ha recreado esa imagen, subiéndola a las redes sociales con el título «Distintas épocas…Mismo ejercicio». Esto puede dar lugar a que entrenadores de otras disciplinas critiquen el Método Pilates, y no les quito la razón. Lo mismo ocurre en el Yoga, donde algunas posturas parecen sacadas del Circo del Sol. Y luego los comentarios en redes son del estilo «¡Qué pasada! 👏👏», «¡Ay, divino! ✨✨», «Wonderful 😍😍»…
Sinceramente, así no aportamos nada positivo. Debemos ser escrupulosos con la calidad de lo que enseñamos y no dorarle la píldora a quienes solo buscan likes en las redes sociales. Necesitamos hacer las cosas con seriedad y con un profundo respeto por el cuerpo de las personas que confían en nosotros.
Creo que aún hay mucho por hacer y debemos ir de la mano de la ciencia. En mi opinión, es imprescindible que, en pleno siglo XXI, abracemos los conceptos científicos del sector del entrenamiento, la fisioterapia, la osteopatía, la rehabilitación y la medicina deportiva. Estoy segura de que, si Joseph Pilates estuviera vivo hoy, él mismo lo haría.
Los avances y descubrimientos en el área de la salud, el ejercicio y la rehabilitación de los últimos 30 años han revolucionado estos campos de una manera que supera con creces todo lo logrado en el siglo anterior. Aunque los principios básicos desarrollados por Joseph Pilates fueron innovadores en su tiempo, los conocimientos y tecnologías actuales nos ofrecen nuevas posibilidades para optimizar y mejorar esas prácticas.
Ser tan purista como para comenzar una clase con el Hundred o hacer un Roll Up completamente estirado en una esterilla, con personas que no conoces su cuerpo y que quizás vienen por primera vez a una clase de Pilates, me parece como mínimo atrevido. Es una falta de respeto hacia el cuerpo de esa persona y una demostración de ignorancia por parte del instructor en relación a las bases de cualquier entrenamiento físico.
Quizás alguien que se acerque al Pilates alguna de sus metas sea la de realizar ciertos ejercicios específicos, y está genial tener objetivos, pero debemos ser cautelosos con las expectativas que generamos. Como instructora del Método Pilates y entrenadora, creo firmemente que debemos avanzar con los tiempos, adaptando el método a las necesidades actuales y, sobre todo, priorizar la salud y el bienestar de nuestros alumnos.
Al final del día, nuestro objetivo es ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida, no a seguir ciegamente una tradición sin cuestionar si sigue siendo relevante y efectiva en el contexto actual. Por ello, asumo la responsabilidad de estar siempre aprendiendo, siempre mejorando, y siempre adaptando mis clases a las últimas investigaciones y conocimientos en el campo de la salud. Mi meta es motivar a mis alumnos, no para alcanzar un ejercicio en particular, sino para lograr que se sientan más ágiles, fuertes y flexibles en su vida diaria.
Aquí te dejo otra entrada donde te cuento cómo aplica lo entrenado durante las clases en tu día a día **Pilates para el día a día**
Si estás buscando cuidar de tu salud, es importante que no te aferres de manera exclusiva a las técnicas tradicionales, sino también a aquellas que te ofrezcan un enfoque seguro y actualizado para mejorar tu bienestar.
Gracias por tomarte tu tiempo en leerme y por tu continuo compromiso con tu bienestar.
Te invito a hacer tus comentarios, te leo y prometo responder a tus cuestiones.
Con cariño,
PD: Si quieres conocer cómo trabajo y deseas probar mis clases de Pilates Terapéutico o estas otras, según tu caso particular, puedes contactar conmigo por WhatsApp, o llamándome al 609889763 para que agendemos una sesión.